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Marcia como todos los días se levantaba muy temprano, desayunaba, se lavaba, se vestía con su peto vaquero y salía a jugar. Marcia vive en un sitio alejado de toda humanidad, en un pueblo de los de antes donde los niños juegan a ser libres y en no hacer daño a la gente, en vivir soñando y dejar volar su imaginación.
Marcia corría hasta el árbol dónde había construido su casa de madera, y se colgaba de una larga cuerda de la que se balanceaba, iba y venía al mismo ritmo que el reloj. y mientras estaba en esa posición difrutaba de su fantasía, de su mundo, de sus amigos. Respiraba paz y tranquilidad...
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